Financieras y cajas de ahorro
Por: Sergio Mejía Cano
Cíclicamente, ocurren esta clase esta clase de asaltos en despoblado por parte de cajas de ahorro y financieras que aparecen de la noche a la mañana supuestamente apoyadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Muchas son las personas que se han visto afectadas en sus ahorros cuando al igual como aparecieron en la escena económica y financiera del país, lo mismo desaparecen del mapa, en muchas de las ocasiones sin dejar rastro; y lo peor es que si dejan huella, pocas veces los responsables directos sufren alguna penalidad, siendo en algunos casos, el gobierno federal quien paga el pato, pero con dinero del erario, es decir, del pueblo y por ende, de los mismos ahorradores defraudados.
Ninguna entidad del país ha sido la excepción en donde no hayan sido afectados miles de ahorradores que de un día para otro se les dice que sus ahorros desaparecieron como por arte de magia. Lo malo es que por lo regular y casi siempre, si no es que toda la vida, los afectados son gente de escasos y medianos recursos, a quienes dejan temblando económicamente debido a que muchos de ellos por su posición social no saben o tienen a quien recurrir para que los defienda o asesore cómo proceder, por lo que muchas de las veces pierden un tiempo precioso para hacer sus reclamos; y si acaso los llegan a hacer, difícilmente reciben una respuesta favorable y menos, si no tienen a la mano determinados documentos para comprobar lo que habían depositado en las fraudulentas cajas de ahorro o financieras susodichas. Un recibo faltante, un papel al que le falte un sello o que la firma del cajero que recibió algún depósito sea ilegible o que con el tiempo o la humedad se hayan borrado, puede ser determinante para que se la hagan tablas a uno o varios ahorradores, dejándolos por lo mismo como la magnífica.
Por desgracia, hay gente que aduce que los mismos ahorradores son los culpables de que les jueguen cubano por creer o dejarse ir con la finta de ganar más intereses en cajas de ahorro o financieras patito que de pronto surgen prometiendo el cielo y las estrellas; sin embargo, en la mayoría de los casos son los mismos bancos quienes orillan a muchos de estos ahorradores a tratar de que su dinero les dé más rendimientos estando ahorrado, debido a las bajas tasas de interés que dan los bancos y por encajarles la uña cotidianamente por cada servicio prestado representados como “gastos de administración”, por lo que es natural que busquen otros horizontes que los sangren menos; pero, paradójicamente, está visto que a veces les va peor, como en este caso que nos atañe.
A mediados de los años 80 del siglo pasado, en el estado de Sinaloa surgió una caja de ahorro o financiera denominada “Capricornio” ofreciendo desde luego mayores interese que cualquier banco, en fin, con los mismos cuentos de siempre. Y ahí va infinidad de gente a depositar los ahorros de su vida, inclusive muchos ferrocarrileros; y sí, durante un buen tiempo más o menos relativo los ahorradores veían con beneplácito que sus ahorros crecían magníficamente, por lo que en vez de retirar los intereses o parte de ellos, los volvían a reinvertir, como suele suceder. Sin embargo, un día las sucursales de Mazatlán, Sinaloa no abrieron sus puertas sin explicación alguna, y ya jamás las volvieron a abrir. La Capricornio había desaparecido para siempre. ¿Y los ahorradores? Pues a tronarse los dedos procurando la forma de recuperar su dinero acudiendo aquí, allá y acullá sin resultado alguno hasta hoy en día. Ni un cinco recuperó ninguno de ellos, al menos de los ferroviarios conocidos, de los que muchos de ellos enfermaron, se separaron de la familia y al menos dos conocidos murieron de infarto al sospechar que ya no iban a recuperar sus ahorros.
Obviamente que como se dice, que generalizar es estar errado de antemano; porque si hubo ferrocarrileros que habían sacado todo su dinero que tenían ahorrado en algún banco para entregárselo a la Capricornio, hubo otros que nada más retiraron una parte; parte que estaban a punto de retirar también, cuando todo acabó.
Sea pues. Vale.
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