EDITORIAL/Semana del 22 de febrero de 2021

México: un regreso al rojo, naranja y amarillo, el verde económico resultó muy caro para la vida y la salud




Tras la última actualización del Semáforo de riesgo pandémico que instrumentó la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, para el monitoreo evolutivo del virus Sars-Cov-2, se emitió nuevamente un cambio drástico de colores: ahora solo 2 estados de la República se encuentran en color rojo (evidente viraje que proyecta un supuesto avance), 21 en color naranja (alto riesgo, pero de apertura ya, aunque limitada, de actividades económicas, y de entre los que se encuentra Nayarit); y 8 en amarillo. Chiapas, que registró recientemente una marcada caída al rojo frente al incremento significativo de contagios y decesos, de pronto regresa al verde. Estos datos se mantienen vigentes desde el día 15 y hasta el 28 de febrero. Así, al domingo 21 del presente mes, se tuvo una demoledora estadística a nivel nacional de 180 mil 107 muertes, y dos millones 041 mil 380 casos de enfermos acumulados.

Con ello se puso de manifiesto que, contra todo, los gobiernos de los estados pudieron obtener en su momento, meses atrás, algunos acuerdos coyunturales en vías de facilitar el desenvolvimiento económico-productivo a partir de un manejo mayormente flexible de la información sobre la incidencia de la enfermedad en el índice de mortalidad, como de los contagios generados en cada Entidad.

Sin embargo, está claro que la pandemia no cede terreno, y por el contrario, los propios números oficiales, revelan que el escenario “catastrófico” que advirtió mucho tiempo atrás el Secretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, lamentablemente llegó: al día domingo 21 de febrero de 2021, se superaron con mucho (180 mil 107) aquellos 63 mil muertos previstos, y una cifra superior a dos millones 041 mil contagios, confirman la gravedad de la situación; y aún más, tomando en cuenta que la cantidad es tres veces menor que el estimado real, según lo reconociera también el funcionario federal, luego de explicar que el sistema de registro, no cuenta con la capacidad de ejecutarse a la misma velocidad que el comportamiento mismo del virus, con lo cual daría una cantidad cercana a los 541 mil decesos, y seis millones 123 mil contagios.

Así, es evidente que la exigencia que plantearon pues los gobernadores tocante a lo que consideraron, era urgente mejorar en el proceso de datos de parte de la Secretaría de Salud para la semaforización correspondiente, se tradujo en una carrera contrareloj donde prácticamente las entidades no tienen más opción que establecer a como dé lugar un equilibrio que proteja a sus gobernados y, al mismo tiempo, logren sanear su respectiva productividad. Es decir, es en los estados donde recae una responsabilidad de gran peso, para evitar un colapso sanitario total, o reinfección como resultado de no haber podido regular o estar preparados para el color que se les asignó.

Por tanto, cuan oportuno se vuelve en estos momentos la consumación de una poderosa coordinación Federación-estados para evitar mayores desencuentros y división que evite percibir la prioridad nacional: la salud, la vida, la subsistencia y la educación de la “nueva normalidad”. En una nueva e incierta realidad, no hay lugar ya para individualismos, luchas partidarias por la adquisición o conservación del poder por el poder mismo y la anteposición de intereses patrimonialistas. Es tiempo de ponderar la unidad para asegurar una vacunación eficaz en tiempo y forma, por el bien presente de la generación actual y de las que llegarán. 

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