Las Fuerzas Armadas, ¿poder constitucional contracíclico?
Marco Vinicio Jaime
Es un hecho evidente, y aceptado mayoritariamente a base de aflicción, que el mundo enfrenta ya una “nueva realidad”: el coronavirus Sars-CoV-2, fuente de la enfermedad Covid-19, impuso un singular parteaguas. La historia que dio inicio después de la última devastación pandémica con dimensiones símiles, la Gripe Española de 1919 -con sus respectivos puntos de refrendo en materia de daños y orden global consecuentes, en la Primera y Segunda Guerra Mundiales-, terminó el primero de diciembre del pasado 2019, y dio apertura al nuevo ciclo con epicentro inicial en la ciudad de Wuhan, Capital de la provincia de Hubei, China Central, para irse extendiendo rápidamente hacia el exterior. Graves dolores en este alumbramiento lo son los cientos de miles de muertos y los millones de infectados, que de acuerdo con la oportuna estadística dada a conocer periódicamente por parte de la Universidad Johns Hopkins, la cifra se ubicó a este miércoles 13 de mayo de 2020, en: 292 mil 003 muertes, y cuatro millones 226 mil 067 casos de enfermos.
La destrucción sanitaria y económica de los diferentes países, puso a prueba su propia respuesta vía la necesaria reconversión institucional para salir avante y asegurar la sobrevivencia del mayor número de personas, su integridad física y patrimonial; destrucción que se concibe por organismos internacionales -tan solo en el aspecto económico-, por ejemplo el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que nos dan una aproximación de la dimensiones del mal, como “El Gran Confinamiento”, sin precedente desde la gran depresión de 1929. “Se acelera[rían] los acontecimientos”, pues, según dijo el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump.
De conformidad, al igual que lo hicieron otras naciones en su momento acorde a sus propias particularidades, México consumó este lunes 11 de mayo constitucionalmente, la participación cabal de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad, lo que vino a reforzar la labor que ya venían efectuando a través del Plan DN-III E, en el marco de las acciones ante el Covid-19: con un trabajo de asistencia y de administración de hospitales, además de las tareas consabidas de control migratorio por medio de la incipiente Guardia Nacional.
Con la publicación del respectivo Decreto por instrucción del Presidente Andrés Manuel López Obrador, se pone en marcha un capítulo inédito de amplio margen de acción de las fuerzas castrenses en la vida político-gubernamental del país, que a un tiempo, ha despertado la inquietud, y con razón, de varios sectores que demandan comunicación, mayor claridad y compromiso con la justicia, la legalidad y las garantías individuales de un pueblo de por sí mermado ante la enfermedad, la crisis económica y la incertidumbre frente al porvenir. ¿Se habrá de responder eficazmente a tales demandas? Sería oportuno en estos días, dar especial atención a este delicado renglón de la fe y la esperanza de los ciudadanos, develando un vislumbre de las bondades que espera o ha proyectado la federación en este neurálgico campo.
Por ahora, solo se conocen textualmente los objetivos de las facultades otorgadas a la milicia, que en parte, de acuerdo al decreto, dicen:
“Se ordena a la Fuerza Armada permanente a participar de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada subordinada y complementaria con la Guardia Nacional en las funciones de seguridad pública a cargo de ésta última, durante el tempo en que dicha institución policial desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial, sin que dicha participación exceda de cinco años contados a partir de la entrada en vigor del Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Guardia Nacional, publicado el 26 de marzo de 2019, en el Diario Oficial de la Federación”.
Lo anterior, es en sí pues lo expuesto ya con antelación en el artículo quinto transitorio del Decreto que crea la Guardia Nacional: “Durante los cinco años siguientes a la entrada en vigor del presente Decreto, en tanto la Guardia Nacional desarrolla estructura, capacidades e implantación territorial, el Presidente de la República podrá disponer de la Fuerza Armada permanente en tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada fiscalizada, subordinada y complementaria.”
Es de ahí que la ciudadanía obtendría un motivo de tranquilidad, al dejársele en claro con practicidad qué, cuándo, dónde, cómo y por qué, de tales planteamientos, y la necesaria relación con su derecho inalienable de vivir en paz.
Por ello, resalta la acuciosa observación del reputado Analista de seguridad Alejandro Hope (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/alejandro-hope/el-decreto-que-no-sorprende), quien dice: “Como se lee en el propio transitorio, el uso de las fuerzas armadas en tareas de policía está vinculado al desarrollo de capacidades de la Guardia Nacional. Pero lo segundo depende de lo que haga o deje de hacer la Sedena. Si esa dependencia no comisiona personal o transfiere recursos materiales, la Guardia Nacional no crece. Punto. Y ese apoyo puede ser suficientemente lento para que, en dos o tres años, las Fuerzas Armadas regresen al Congreso, aleguen que desgraciadamente no se pudo consolidar la Guardia Nacional y que eso no deja más que una alternativa: extender por varios años más la excepción establecida en el artículo transitorio. […] el uso abierto y directo de las Fuerzas Armadas en tareas de policía es lo que querían tanto el Presidente como los mandos militares desde el principio. No optaron por esta vía porque 'fracasó' la Guardia Nacional: eso no ha sido más que una distracción. Este es el proyecto.”
Mientras tanto, la organización Seguridad Sin Guerra (https://www.eluniversal.com.mx/nacion/politica/con-decreto-de-amlo-militarismo-salio-del-closet-colectivo-seguridad-sin-guerra) refiere: “El acuerdo es omiso en la obligación de regular, estableciendo amplias facultades que no corresponden a las Fuerzas Armadas […] No hay revisión externa a lo que militares y marinos hagan al realizar detenciones o revisiones de aduanas, puertos, transporte publico, etc. La fiscalización que prevé es interna, propia de la justicia militar y no de la civil”.
Y es el periodista y analista Salvador García Soto (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/fracasan-guardia-y-abrazos-vuelven-los-militares), quien pone una pieza más al rompecabezas, y quizá una muy reveladora: “El Ejército otra vez está en las calles y una vez más asume el mando civil de la seguridad en el país. ¿De qué tamaño estarán viendo la tormenta económica social y delincuencial que se viene por el coronavirus para que, sacrificando la congruencia, hayan recurrido al brazo militar?”.
En todo esto, hay algo claro y obvio: el proceso de la denominada militarización no comenzó en la transición del Covid-19, sino de tiempo más atrás, y tal como lo dijo el Presidente Trump: “Se aceleraron los acontecimientos”. Por lo cual, el punto aquí a destacar es: ¿a qué trastoque de tiempo se refirió el presidente norteamericano, y qué esperaban entonces en el mundo? ¿Qué vio realmente el Gobierno Federal cuando en un viraje prácticamente total, al discurso de campaña del ahora Presidente López Obrador, comenzó a delegar responsabilidades sustantivas tanto en obra pública, de control de líneas estratégicas de contacto con el pueblo a través de la construcción y rectoría de los Bancos del Bienestar y de coordinación inteligente con las entidades federativas? Un encuentro reciente entre el Gobierno del Estado al mando del Contador Público Antonio Echevarría, su gabinete de seguridad y representantes de las fuerzas armadas con medios de comunicación locales -que tuvimos oportunidad de cubrir justo antes del “Gran confinamiento”-, arroja un dato interesante, tomando en cuenta la fecha del evento, a saber el 9 de marzo, y la publicación del artículo, el 11, en donde rescatamos su esencia:
“𝐋𝐚 𝐩𝐨𝐥í𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚𝐭é𝐠𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐆𝐨𝐛𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐅𝐞𝐝𝐞𝐫𝐚𝐥…
𝐋𝐀𝐒 𝐅𝐔𝐄𝐑𝐙𝐀𝐒 𝐀𝐑𝐌𝐀𝐃𝐀𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐎𝐑𝐃𝐈𝐍𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐎𝐒 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐃𝐎𝐒
‘𝐑𝐞𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨’/𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨 𝐕𝐢𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐉𝐚𝐢𝐦𝐞
El Gobierno Federal que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha emprendido una estrategia de especial impacto para asegurar la disciplina y precisión requeridos justo en un tiempo de turbulencias inéditas, y ejecutar obras de infraestructura neurálgica para el desarrollo del país: las Fuerzas Armadas han recibido la encomienda de tener una participación coyuntural en coordinación cabal con los estados para imprimir celeridad y avance armónicos.
Lo anterior se pudo apreciar en el tercer encuentro temático del Gobernador Antonio Echevarría García, con medios de comunicación de la localidad, toda vez que en el evento estuvieron presentes los representantes de la Secretaría de la Defensa Nacional, en voz del Comandante de la 13ª Zona Militar en Tepic, General Pedro Escalera Cobián, de la Secretaría de Marina, con el Vicealmirante Jorge Manuel Sains, de la Sexta Zona Naval en el Puerto de San Blas, así como de la Guardia Nacional, Carlos Rodríguez Quirarte; de la Fiscalía General de la República, Delegado Raúl Jesús Izábal Montoya y del gabinete de Seguridad Pública Estatal: el Fiscal Petronilo Díaz Ponce, y Jorge Benito Rodríguez Martínez, Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana.
En este marco, se dio a conocer el avance en la ejecución de la obra hidroagrícola Canal Centenario, la segunda más importante del país después de la construcción del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía en la Ciudad de México; de infraestructura institucional como la construcción de 4 Bancos del Bienestar -de los 2 mil 700 proyectados en el país-, en conectividad carretera, en infraestructura del ramo turístico, de vivienda, certificación ejidal, espacios públicos, al igual que en materia de justicia, la conjunción de esfuerzos para el combate frontal a la delincuencia y, en el marco de los consabidos reclamos de las mujeres en contra de la violencia de género, el pacto sólido para prevenir y erradicar los feminicidios, pues se anunció ‘que habría cero tolerancia a cualquier intento por tocar siquiera a una mujer’.
Es claro, que la problemática del país evoluciona vertiginosamente y plantea en consecuencia desafíos cada vez más cruentos: inseguridad, violencia, corrupción, criminalidad homicida y feminicida, merma económica, deficiencia en materia de salud, educación, etc., de tal suerte que por hoy encuentra un singular sustento, el que se busque precisamente la firmeza y la pulcritud militar en la gobernanza, y en este caso, de suma de esfuerzos con la administración estatal, para asegurar la consumación de tal estructura básica que permita consolidar los planes trazados desde un inicio por la denominada ‘Cuarta transformación’, y de lo que el Mandatario nayarita, dijo estar en el mismo sentido.
No obstante, como es de esperarse, uno de los principales obstáculos en no pocos casos se concentra en las resistencias que se retroalimentan a su vez de viejos vicios y fardos heredados, y que recrudecen al aunar nueva oposición y otros elementos detractores empeñados en que en lo tradicional se gana más. Así, las fuerzas castrenses, tendrán en su objetivo de garantizar control sobre la situación, a partir de su singular alianza con los Estados, un desafío mayúsculo: mantener un ritmo constante de trabajo con resultados tangibles, y vueltos estos últimos en factores que la gente pueda relacionar fácilmente con la poderosa mano del ejército mexicano, ahora de total apertura a la gente, y de poderoso aliado de la autoridad local, según precisó el General Pedro Escalera Cobián. Ya lo dijo en su participación, el Delegado Estatal de la Fiscalía General de la República, Izábal Montoya: ‘Vamos transitando con estos encuentros con los medios de comunicación, hacia un ejercicio democrático, y no burocrático’. Y está en lo cierto, puesto que la comunicación genuina, que interactúa y que toma en cuenta todas las voces, sin escenario alguno preestructurado ni de intervención previamente planificada, buscando el abyecto flujo comunicacional, es el que logra eslabonarse con los sentimientos del pueblo, captar sus necesidades, anhelos y su incuestionable derecho de vivir en paz. Por tanto, grandes son las expectativas de la sociedad, en sus diferentes sectores, de alcanzar tal transversalidad entre poderes y órdenes de gobierno, que sean los hechos de probada eficacia los que superen toda promesa, palabra o discurso. ¿Se podrá vencer el reto, y en consecuencia avanzar a otro nivel en la misión? Ya se verá. Enhorabuena”.
Así, surge entonces la interrogante, ¿qué Titán quizá podrá estar detrás de Covid-19, aguardando sigilosamente su turno para hacer su arribo en la escena? ¿Será suficiente con el esfuerzo local de un país y su consabida Fuerza Armada con facultades extraordinarias para hacerle frente, de ser el caso? ¿Será entonces, la decisión de México y su confianza en la Fuerzas Armadas para una operación “contracíclica”, la base a su vez de un gran acuerdo mundial de suma de fuerza y liderazgos, convencidos de que el Titán que pudiera venir lo exigirá como única opción del éxito? Veamos pues y estemos atentos.
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