5 de enero de 2015

CON PRECAUCIÓN

El dólar no es lo que parece


Por: Sergio Mejía Cano
El dólar llegó en días pasados a estar por encima de los 15 pesos; pero hoy, amanece inexplicablemente a $12.55 pesos. Inexplicablemente porque mucha gente nos preguntamos cómo es que se maneja la economía del país siempre supeditada al valor del dólar, siendo que nuestro país cuenta con plata y oro para acuñar una moneda fuerte. Sin embargo, la respuesta la dan constantemente los economistas y sobre todo los secretarios de Hacienda en turno, diciendo que el dólar es el índice referente.

¿Por qué el dólar, que es una moneda extranjera tiene que ser el índice referente de nuestra economía? Obviamente por la sumisión de los gobiernos mexicanos al vecino país del norte, y no porque la población mexicana en sí se deprima más en su economía que ya no da para más, sino por no perder los ricos de México y por ende muchos de los políticos y funcionarios que de la noche a la mañana se conviertes en importadores o exportadores de diversas mercancías y otros productos, prebendas y beneficios que les acarrea estar bien con los gobiernos gringos. De ahí que se entienda de que el gobierno estadunidense sea el que esté dictando a cómo venderá su moneda; y ¡ay!, de aquél país que no acate las reglas desde allende el río Bravo, so pena de sufrir severos estragos en su economía, pero como está dicho: no para que se afecte aún más al grueso de la población, sino para que los gobiernos que no acaten los dictados del tío Sam no queden mal con sus ciudadanos con poder adquisitivo alto, así como inversionistas tanto de la Iniciativa Privada nacional, como extranjera.
Cuando ganó las elecciones presidenciales Salvador Allende, en la hermana República de Chile, a principio de la década de los años 70 del siglo pasado, el presidente gringo era en ese entonces Richard M. Nixon, quien se molestó sobremanera por el triunfo del señor Allende Gossens, y más, cuando éste publicó su programa de gobierno popular que implicaba la expropiación de varias compañías gringas establecidas en Chile, como la ITT y otras que tal y como es su costumbre, sangran nada más al país en donde se establecen; por lo que en algunos medios se informó que dejando de lado todo protocolo y ecuanimidad, sin pensarlo dos veces gritó a sus encargados de finanzas sin mediar que había otras personas en su entorno, que hicieran “chillar la economía chilena”, que devaluaran su moneda para no dejarle margen de maniobra económica al flamante presidente chileno. Entonces, se entiende por lo mismo que desde la Casa Blanca (la de Estados Unidos de Norteamérica, no la de las Lomas de Chapultepec), se dictan las medidas económicas y otras más a seguir en todos los países “aliados” de los gringos.
Pero para no ir tan lejos, en el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), al entonces gobierno gringo no le pareció nada gracioso que Echeverría Álvarez se les quisiera salir del huacal, pues se documentó en su momento que a pesar de todos los males que se le achacaban a don Luis, éste estaba resultando una piedra en el zapato del gobierno gringo porque no se quería someter al cien por ciento con los dictados gringos, y menos cuando Luis Echeverría fue el que puso el precio a los productos de exportación, cosa que primeramente causó risa al gobierno gringo, pero cuando vieron que iba en serio le dieron el golpe bajo de la devaluación del peso mexicano frente al dólar ya en el último año de su mandato, en 1976 en que el dólar estaba a $12.50 pesos, y a mediados de 1976 se fue arriba de los 20 pesos. ¿Y todo por qué? Porque don Luis tuvo la osadía de decirles a los gringos que si querían productos mexicanos les iban a costar tanto y no al precio al que estaban tan acostumbrados los gobiernos gringos a imponer. Lo que más enfadó a los gringos, fue el as que tenía bajo la manga Echeverría Álvarez: ya estaba apalabrado con otros países de Europa para enviarles productos mexicanos a buen precio, desde luego que hizo el gobierno mexicano de exportar mercancías mexicanas a países europeos, por lo que don Luis se cayó de la gracia del gobierno gringo, tanto así, que una vez que dejó su mandato, fue enviado por su sucesor, José López Portillo, como embajador a las Islas Fidji, bajo aquél lema que apareció en muchos diarios de la época: “¿Tú también Luis?”, frase atribuida a que supuestamente don Luis había roto la regla imperante desde siempre en el país, de que un presidente saliente permaneciera callado sobre el actuar del sucesor. Y desde entonces don Luis no ha visto llegar la suya.




Sea pues. Vale.

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