16 de diciembre de 2014

CON PRECAUCIÓN

Medida encomiable

 Por: Sergio Mejía Cano
Desde luego que la disposición del gobierno del estado, respecto a que a los conductores de vehículos que sorprendan con aliento alcohólico serán llevados a sus domicilios durante estas fechas decembrinas y un poco más allá, tendría que levantar controversias entre buena parte de la población. Y si bien los hay en contra y a favor de tal medida, también los hay a quienes ni les va ni les viene, pero que aun así, estos últimos deberían estar conscientes de que aunque no manejen vehículos automotrices, directa o indirectamente les podría afectar un conductor alcoholizado.

Hay quienes afirman que esta medida va a alentar a buena parte de los conductores a echarse su tragos entre pecho y espalda, atenidos a que si los para un operativo disfrutarán de este beneficio; sin embargo, también hay opiniones respecto a que podría inhibir a conducir ya no digamos en estado de ebriedad, sino simplemente con aliento alcohólico que en sí, es para lo que está programada esta disposición y no para quienes vayan manejando en completo estado burro, pues se ha informado que no deja de ser delito el conducir en estado etílico, pero comprendiendo que  más de alguna persona brinde ya sea en una posada o en la noche buena y la noche vieja y que reciba el año nuevo 2015, y que por lo mismo, aunque no se le note ebriedad aparente pero sí quede con el aliento oloroso a algún tipo de bebida alcohólica por lo escandalosos que son la mayoría de los vinos, ya no digamos la cerveza que con un solo trago, el aliento queda como si se hubiese ingerido un cartón de cuartitos o medias e inclusive ballenas, pero sin estar ebrio en realidad. Sin embargo, habría que tener presente lo que indican los enterados sobre lo que causa tan solo un trago de vino o cualquiera bebida etílica en el organismo humano, pues se dice que nada más un trago reduce los reflejos, que el cerebro no reacciona al cien por ciento así se haya ingerido nada más una onza o menos de licor alcohólico.
Desafortunadamente, es un hecho de que por más operativos de alcoholímetros que se implanten en las calles de la ciudad, es prácticamente imposible que se abarquen todos los puntos por donde vayan circulando personas manejando en estado de ebriedad; pero la medida no deja de ser encomiable, pues queda presente entre gran parte de la ciudadanía, así sea estén a favor o en contra o se consideren neutrales a que se les lleve a su domicilio quienes se sorprenda manejando con aliento alcohólico, de que esta disposición es por el bien de la población, por velar por la seguridad tanto de quienes conducen vehículos automotrices como de la ciudadanía en general, pues nadie que ande en la calle, así sea a pie, está exento a que una persona alcoholizada se pueda subir a la acera o proyectarse contra una parada de camiones o perder de tal manera el control de su vehículo y se introduzca con todo carro a un comercio cualquiera; no hay imposibles para las personas que manejan borrachas. Por desgracia, todo puede suceder tanto en perjuicio de quienes conducen un vehículo automotriz de todo tipo e incluso hasta bicicletas, como de peatones o gente que se dedica al comercio ambulante con puestos fijos o semifijos, ya que se han dado casos también de carros que se llevan puestos de tacos, hamburguesas, churros, frutas, dulces, etcétera.
¿Y qué tal de que alguien a quien le suceda o provoque un accidente manejando en estado de ebriedad y que alegue que esperaba ser llevado a su casa y las autoridades no le hicieron el favor? ¿Podría alegar discriminación? Porque de que los hay, los hay, y no puede faltar algún vivales que se quiera aprovechar de esta buena decisión del gobierno estatal y alegue que no encontró ningún retén del alcoholímetro para ser ayudado.
Esto de que mucha gente maneje alcoholizada, por desgracia es el cuento de nunca acabar; si bien hay personas que al sufrir un accidente por andar manejando en estado de ebriedad y por lo mismo prometen jamás caer en ese error, también hay gente que les vale, y así se hayan visto involucrados en graves accidentes, al tiempo, poco o mucho, vuelven a hacer lo mismo, hasta quedar en un accidente o ir a parar a la cárcel por homicidio involuntario; y aun así, hay quienes reflexionan en el bote, pero hay quienes se dicen a sí mismos que fue mala suerte o no reconocen que tuvieron culpa alguna. Y obviamente entran en la polla las nuevas generaciones que desde la adolescencia ya quieren comerse al mundo y que solapados por su papi se avientan a manejar borrachos.


Sea pues. Vale.

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