La politiquería y el proceso electoral
Por:Marco Vinicio Jaime
“Reviso pues la fecha de la prensa, y me pareció que ayer decía lo mismo.”
-Silvio Rodríguez.
Este pasado sábado siete de enero, inició el proceso electoral en Nayarit, y de acuerdo a la ley se efectuó con la correspondiente sesión de Consejo del Instituto Estatal Electoral (IEE); proceso que dará cauce a la renovación de Gubernatura, diputaciones, alcaldías y regidurías, y que habrá de tener su clímax en la jornada comiciaria del próximo cuatro de junio.
De conformidad, ahora es mayormente claro el proselitismo de aspirantes a los diferentes cargos en disputa, quienes “veladamente” lo iniciaran desde meses atrás, cabe decirlo, a fin de allegarse del mayor número de simpatías ciudadanas a sus respectivos objetivos. De todos los partidos y fuerzas políticas, incluyendo las autodenominadas independientes se movilizan con todo tipo de métodos para hacerse notar.
No obstante, al margen de los deseos de cada cual, que son muy naturales y respetables, la consabida precariedad que embarga a las mayorías, de miseria, desempleo, corrupción en las distintas esferas de poder (según lo dicho no hace mucho por el propio Presidente de la Republica y perseguida por instancias federales), y por consecuencia deficiencia en servicios de salud, educación, de detrimento del poder adquisitivo, de la vulnerabilidad financiera por la falta de prevención y consecuente impulso de programas de verdadero equilibrio y alivio de las propias finanzas, ha dejado al descubierto la ausencia de esquemas debidamente estructurados y realmente enfocados a generar respuestas contundentes a los crecientes males ciudadanos.
En lo subsecuente, coyunturas como el ‘gasolinazo’ frente a los recientes y por demás incongruentes escándalos de corrupción de gobernantes y ex gobernantes, y hasta de dispendios de la clase (a)política por concepto de la evidente inequidad monetaria en aguinaldos, dietas y demás prestaciones, que por supuesto a estos nada les afecta, no hace más que alimentar en el pueblo: el obrero y el campesino, el sindicalizado y el maestro, el representante de cada profesión afectado, el niño y el joven, el adulto y el anciano en general, el resquemor hacia lo que consideran ya caduco, obsoleto y nocivo, la politiquería y la voracidad en pro de la búsqueda de poder por el poder mismo.
Por ello, lo grave radica en la necedad de muchos aspirantes en continuar trajinando en los mismos métodos ya rebasados de búsqueda de votos, ante males que exigen responsabilidad, seriedad, inteligencia, prudencia, conocimiento de causa, razón y efecto; mesura y auténticos canales de comunicación política y social, lamentablemente ausentes por doquier, ya que en su lugar, se ha dado rienda suelta a la corrosiva francachela, al doble discurso, al impulso panaceico, al escándalo frívolo, al reparto indignante de migajas en deplorables espectáculos, émulos malos de actividades circenses, derivado pues de la improvisación y la inexperiencia, productos express, y peor aún, si segundas versiones nunca serán mejores que las primeras, no se diga terceras, cuartas y de quinta, justificados obviamente en trasnochadas acciones de comunicación, infuncionales por cuanto se suscriben al margen del acontecer actual, en viejos artilugios de mentira, intriga palaciega y de marcada deshonestidad en el manejo recursos. Así, ni se comunica, ni se suma, ni se avanza en nada que no sea lo mismo desechado de ayer.
La demanda ciudadana exige ya vía una multiplicidad de medios de expresión, según lo ha demostrado los últimos días, veracidad, comunicación, respeto, transparencia, honestidad y responsabilidad en pro de una transformación de fondo que deje atrás, muy atrás los viejos vicios y fardos de “puertas que niegan lo que esconden”.
El afamado filósofo Sócrates decía que cuatro son los atributos cardinales de un buen juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente; lo cual establece una similitud significativa con las cualidades de un político (no politicastro, que tristemente se ha vuelto en pan de cada día), cuyo oficio y perspicacia, le permite entender pues que la política es comunicación, la interacción inteligente, sensible y de continuo con cada interlocutor, al cual suma a una causa y tarea común de bienestar colectivo, y ello asimismo se enriquece día con día con el invaluable auxilio del ejercicio periodístico que tiende a fomentar la reflexión y la conciencia en torno del espacio en que se habita, a efecto de saber vivir en el espacio con valores y con un alto sentido de responsabilidad en la construcción conjunta de un mejor futuro para todos.
El reto entonces, sigue pendiente, ¿se logrará comprender el tiempo y las circunstancias en aras de una adecuada transición con el menor de los daños colaterales posibles? ¿La transformación que viene, cuánto tiempo tardará y qué tan abrupta será? Habrá que estar atentos.
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