Comunicación y gobierno
Por: Marco Vinicio Jaime
-Adolfo
Ruiz Cortines.
El desenvolvimiento armónico y las acciones garantes
de reciprocidad fructífera, constituyen en sí pilares esenciales para una adecuada
interacción entre los individuos, toda vez que la sincronía, en este caso, deviene
en parte de una eficaz comunicación que abona a la pluralidad respetuosa y empática,
ideal regente de la propia dinámica
social. En lo sucesivo, es que encuentra sentido la ampliamente conocida frase
del “Benemérito de las Américas”, Benito Juárez García: “Entre los individuos
como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Así, el ejercicio gubernamental en la singular
responsabilidad de representar los intereses colectivos, no solo conlleva la
obligación constitucional de “respetar la ley y hacerla valer” (que ya es gran
reto que muy pocos alcanzan satisfactoriamente, vale decirlo), sino de dar un
paso más allá y recabar fielmente el sentir popular, a efecto de saber la mejor
manera de alcanzar el objetivo, y
comprender asimismo–en su tiempo y circunstancias- la ineludible importancia de hacerlo sin menoscabo
de nadie: en bien de todos y para todos pues, lo que parte precisamente de esa
interacción genuina que solo permite la comunicación política, e indefectiblemente
enriquecida con una igual de eficaz comunicación social, la que suma, integra e
impulsa tal sinergia de beneficios y responsabilidad compartidas.
De conformidad, el éxito de cualquier programa de
marketing depende de manera sobresaliente, de la reproducción estratégica del devenir
gubernamental, que está debidamente fincada en la transversalidad; es decir,
cuando se garantiza un avance en la misma dirección, y se proyecta verdadera
coordinación; de lo contrario, se cae en un círculo vicioso de “puertas
[cerradas] que niegan lo que esconden”, de sectarismos, y de simulación, del
decir y el hacer lo opuesto, trayendo como resultado, el descrédito, el
debilitamiento del principio de autoridad, y en el mejor de los casos, los
descalabros en las elecciones mismas.
De ahí que la gente no perciba mayor concepto de
la política y de marketing, que el beneficio particular y el esfuerzo a como dé
lugar por permanecer en tal comodidad respectivamente.
No obstante, hasta ahora, la buena comunicación parece
representar una meta cada vez más difícil y lejana, en virtud de la escasez de oficio
político presente en la creciente oleada de personajes que han arribado a los
puestos de autoridad, carentes precisamente de toda sensibilidad, de todo
oficio, que les permita comprender que su trabajo es servir de veras, no servirse
de los demás en un “golpe de suerte” que los transforma por completo, o en efecto
solo los exhibe tal como son, para obtener lo que quizá en otras circunstancias
jamás obtendrían. Por ello, cuán importante es que la transversalidad se derive
en primer lugar, de la sensibilidad, del oficio político, de la legalidad y el
buen comportamiento de los gobernantes y representantes populares mismos, porque
si no es así, tan simple como que la ecuación queda incompleta, y por más prestidigitación,
es ineluctable el fin descrito por el estadista Edward Kenedy: “En política
sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente corrrecto, está
mal”.
Con todo, es sumamente favorable cualquier esfuerzo
que tienda a alcanzar mejoras en el quehacer político-gubernamental, y más aún
que apueste por el establecimiento de parteaguas en aras del fortalecimiento de
la confianza ciudadana. Decía el filósofo chino Confucio que “gobernar es
rectificar”, porque es en la practicidad del perfeccionamiento continuo, que se
puede lograr la eficacia, y marchar al ritmo de los retos que va planteando la
vorágine social: qué se ha hecho, tanto aquello probado como un bien, como lo
que representa sin más una oportunidad coyuntural de evolución y crecimiento.
En este marco, la llegada del nuevo titular de
Comunicación social de Gobierno del Estado, Rafael G. Vargas Pasaye, comporta precisamente
por hoy, ese giro saludable que bien podrá sentar las bases para robustecer una
área tan neurálgica en la vinculación del Gobierno y sociedad, que es la
comunicación, lamentablemente muy poco atendida y entendida precisamente por el
problema general tan característico de nuestros tiempos: la paradójica
incomunicación en la “aldea global” que ha hecho posible la tecnología, acorde
a lo predicho en su momento por el canadiense Marshall Mcluhan. Todo ello, a
efecto de asegurar una correcta y fluida
comunicación al interior y extramuros, sumando y tendiendo puentes, tantos como
se requieran, justo en “la esencia de la democracia”, que es “el compromiso”,
según decía Kelsen.
Vargas Pasaye, posee la preparación requerida para
trabajar y lograr buenos resultados, ¿podrá cumplir con el cometido? El Ejecutivo
de cara a la conclusión del presente Mandato Constitucional, puede hacerse de
una mejor imagen, auxiliándose de lo que
en su momento llegó a realizar el emblemático Presidente Adolfo Ruiz Cortines,
recordado por su disciplina, entereza y esfuerzos contundentes por la
transparencia y la entrega de buenas cuentas. Dice el historiador Enrique
Krauze: “Ruiz Cortines concebía su trabajo simplemente como el de un buen
administrador: poner orden, cuantificar necesidades, establecer prioridades,
delegar en personas competentes, llevar seguimiento del proceso, verificar
resultados. Su gestión se caracterizó por la atingencia de sus medidas y la sensatez
de sus proyectos”.
Siendo así, el reto está pues sobre la mesa. ¿Se
superará? Habrá que estar muy atentos.
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