El Covid llegó a Palacio Nacional: la batalla sube de nivel en política y sociedad
Marco Vinicio Jaime
El mortal virus de Covid-19 llegó a Palacio Nacional, y sentó su dominio; después de todo, nada lo detuvo. El domingo 24 enero, el propio Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció a la nación y al mundo que había contraído la enfermedad, y se retiraba con el cuidado y tratamientos respectivos al confinamiento domiciliario para recobrar la salud.
Con lo anterior se deja en claro que hoy más que en cualquier otra etapa del trance pandémico, la batalla por la vida y la salud sube de intensidad con efecto colateral en el desenvolvimiento político-electoral y gubernamental, como de la sociedad misma.
Durante todo este tiempo, el Mandatario mexicano había logrado sortear el virus, pese a lo peculiar de su respuesta sanitaria -de calma y resistencia en cierta forma a los cuidados extremos como el uso de cubrebocas y sana distancia- que en lo personal había otorgado a la situación, quizá buscando no caer en el alarmismo o magnificar ‘¿demás?’ la problemática, pero que no pocos a intramuros pudieron interpretar como un relajamiento de las medidas ex profesas y no les fue posible percibir las verdaderas dimensiones de lo que enfrentan, lo cual influyó a su vez en el semáforo de riesgo pandémico con funestos resultados en la ciudadanía -que lo captó todo en “verde”-, acentuados en el asueto decembrino y de fin de año.
Lo anterior, conforman factores que en su momento tuvimos oportunidad de describir en el artículo: “La economía recibe color naranja y amarillo, la salud, en suspenso…”, publicado el domingo 06 de septiembre de 2020 en el portal de noticias, análisis y opinión: “La nota del día Nayarit( https://lanota-deldia.blogspot.com/p/cuestionla-economia-recibe-color.html )”, y ahora cobran relevancia significativa, ya que en ese entonces se tomó una decisión con repercusiones que vemos hoy: “De cierto, es de resaltar pues el drástico cambio que pone sobre la mesa la disyuntiva de cuáles decisiones tomar en función de la prioridad de garantizar por un lado, la supervivencia del mayor número de personas posible, ante lo poco probable de contar con la vacuna en el corto plazo, pero también, por el otro, la urgencia de salvaguardar el imprescindible flujo monetario, que ya ha sido objeto de una terrible caída traducida en millones de desempleados y de pobres. Por ello, queda claro que el color de la economía no refleja en lo absoluto, por ahora, el color de la salud popular”.
Mientras tanto, el manejo oficial: comunicación, información periódica de la evolución del virus, impacto en las víctimas, infraestructura hospitalaria, insumos, tratamiento, atención, y ahora adquisición, distribución y aplicación de la vacuna, tuvo su impacto: no hay la convergencia requerida, mucho menos transversalidad en una emergencia que exige de responsabilidad conjunta y suma de voluntades y esfuerzos de poderes, partidos, aspirantes al poder, órdenes de gobierno y sociedad.
La nueva normalidad ha demostrado con claridad el peso y perfil específico de cada actor dentro de la gobernanza, en derredor y de lo que contienden por ella, toda vez del desafío impuesto en función de la ineludible renovación política, comunicacional y de entendimiento de los sentimientos colectivos para saber con certeza y de primera mano qué hacer y cómo hacerlo.

Tal objetivo implica un enriquecimiento permanente de la actividad gubernamental, al igual que, en la presente etapa de proselitismo, de partidos como entes de interés público y sus respectivos aspirantes. La política es comunicación, y con oficio político es posible adaptar una estrategia de comunicación que sume, atienda y entienda el escenario vigente, comunicando y siendo comunicado eficazmente, teniendo de aliados a comunicadores que coadyuven a informar, analizar y desentrañar el presente hacia un futuro de mejores oportunidades para todos.



La analista política y Coordinadora General de UCAN, Lily Cayeros, expuso que la salud del Jefe del Ejecutivo Federal, es un reflejo sobresaliente de la emergencia que se vive en el país, y de conformidad es urgente consumar el tránsito conjunto hacia a la nueva normalidad con pleno entendimiento y convicción de la prioridad colectiva: vida, salud, economía y fortalecimiento de la esperanza compartida, del anhelo a la supervivencia y de un futuro de bienestar general. Y es ésto, agregó, el factor que deberá fincar el desenvolvimiento del gobierno de las campañas políticas, y de los ciudadanos.

Hoy ya no se entiende de otra forma el gobierno ni la práctica política: para una nueva realidad indómita, una nueva manera de gobernar, de sumar, atender y comunicar con hechos de probada responsabilidad y eficacia, por cuanto urge ponderar asimismo un fuerte sentido de respeto a la inteligencia, la dignidad, la decisión y la integridad física de los ciudadanos, equilibrando cada necesidad en su justo lugar. La toma de Palacio Nacional de parte de Covid-19, vía la enfermedad del Presidente de la República, al compás de otros colaboradores y personajes que muy probablemente se sepa con los días que contrajeron consecuentemente el mal, revela que la presencia devastadora del virus va en serio, y su comportamiento es de tomarse en serio, y habrá que enfrentarle sin duda con la unión transversal y en serio de toda la sociedad. ¿Será posible consumar el objetivo para vencer y sobrevivir en este pasaje oscuro en la historia de México y del mundo? Veámoslo.
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